Invierno en São Paulo. Las niñas y mi mujer están en Barcelona y yo de rodríguez. Qué puedo hacer? Pues hala, me busco dos amigas (sí, dos, afinador de guitarras) y me voy a dar un paseo por la naturaleza.
El lugar elegido: São Francisco Xavier. Un pueblo en la sierra del interior de São Paulo con un río magnífico y unas estupendas cachoeiras (cascadas en castellano).
Ahí nos ves a mis amigas y a mí con todos los arreos fotográficos (trípode, objetivos, cámara, flash, memorias, batería extra, etc.) que más parecíamos contrabandistas atravesando la montaña con nuestra carga de contrabando que fotógrafos aficionados. Las chicas canonistas. Yo, nikonista. En fin, un despliegue de tecnología.
Para entrar en la zona de las cachoeiras tuvimos que pagar 10R$ cada uno. Luego allí fuimos descendiendo por el cauce del río y fotografiando las distintas caídas de agua. Éramos como tres turistas japoneses haciendo las mismas fotos desde distintos ángulos, exposiciones, diafragmas y sensibilidades ISO. "Mira qué Rincón más chulo" o "qué árbol tan verde" o "qué piedra tan curiosa". Así, bajando y bajando se nos pasó el día tan ricamente.
Y todo lo que bajamos lo tuvimos que subir. Y entonces, aquel trípode tan cojonudo se convirtió en una mierda de trípode pesado. Y el objetivo megatransparente en el objetivo que quiero vender a la mínima oportunidad. Y el fresquito en calor de la hostia. En fin, que llegamos arriba en un estado lamentable, que parecía que nos habíamos fumado tres cartones de ducados. Bueno en realidad una de las chicas parecía estar bastante en forma, así que llegó la mar de bien.
Compartimos técnicas, enfoques, y estilos. Al final un día estupendo con unos recuerdos también estupendos.
São Paulo, cachoeiras del mundo uníos, the world.