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Santo, santo, santo es el señor...
Bueno, creo que Santos no tiene nada de esto. Ya lo dice el refrán: ¨santo que mea, colgado se vea¨.
Santos es como el puerto de Sao Paulo. De allí parten los cruceros de Brasil y es como todo puerto industrial: feo y sucio.
Tiene un funicular que sube a la cima de una colina desde la que se ven unas vistas espectaculares de los canales de Santos.
En su día, allá por lo años 20, el funicular debió ser superchulo. Hoy es bastante deprimente por la falta de inversión y de mantenimiento. Sin ir más lejos, la capilla está en reparación y la verdad es que da miedo acercarse porque tiene pinta de caerse en cualquier momento.
El día que llegamos estaban preparando una boda y estaban adornando el restaurante con flores, tapetes, cortinas (con más polvo que el sáhara) y con alfombras. Parecía el palacio de Aladín. Además de adornos, no paraban de llegar cervezas y más cervezas, que parecía más el octoberfest de Munich que una boda...
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Después nos quitamos un poco el mono de marisco en un restaurante del pueblo donde pedimos unas lulas (como Lula da Silva, que significa calamar), gambas y luego una especie de caldereta de pescado con la que comimos todos. Hay que tener cuidado pues las raciones en general sulen ser muy generosas.
Después nos dimos un paseo (breve, pues llovía como siempre) y nos volvimos a casa a tiempo de ver ganar (también como siempre) a nuestro amado y nunca bien valorado club, osea, el Barça.
En el restaurante nos volvieron a preguntar que de dónde éramos. En algunos sitios nos preguntan que si somos argentinos. Cuando decimos que somos españoles....¡Nos piden disculpas! Hay buen rollito entre los ches y entre los brasileiros... Lo de Messi por ejemplo, lo llevan fatal.
En fín, Pilarín... hasta otro día que me muero de sueño.
Sao Paulo, 09-12-2009
Bueno, creo que Santos no tiene nada de esto. Ya lo dice el refrán: ¨santo que mea, colgado se vea¨.
Santos es como el puerto de Sao Paulo. De allí parten los cruceros de Brasil y es como todo puerto industrial: feo y sucio.
Tiene un funicular que sube a la cima de una colina desde la que se ven unas vistas espectaculares de los canales de Santos.
En su día, allá por lo años 20, el funicular debió ser superchulo. Hoy es bastante deprimente por la falta de inversión y de mantenimiento. Sin ir más lejos, la capilla está en reparación y la verdad es que da miedo acercarse porque tiene pinta de caerse en cualquier momento.
El día que llegamos estaban preparando una boda y estaban adornando el restaurante con flores, tapetes, cortinas (con más polvo que el sáhara) y con alfombras. Parecía el palacio de Aladín. Además de adornos, no paraban de llegar cervezas y más cervezas, que parecía más el octoberfest de Munich que una boda...
Después nos quitamos un poco el mono de marisco en un restaurante del pueblo donde pedimos unas lulas (como Lula da Silva, que significa calamar), gambas y luego una especie de caldereta de pescado con la que comimos todos. Hay que tener cuidado pues las raciones en general sulen ser muy generosas.
Después nos dimos un paseo (breve, pues llovía como siempre) y nos volvimos a casa a tiempo de ver ganar (también como siempre) a nuestro amado y nunca bien valorado club, osea, el Barça.
En el restaurante nos volvieron a preguntar que de dónde éramos. En algunos sitios nos preguntan que si somos argentinos. Cuando decimos que somos españoles....¡Nos piden disculpas! Hay buen rollito entre los ches y entre los brasileiros... Lo de Messi por ejemplo, lo llevan fatal.
En fín, Pilarín... hasta otro día que me muero de sueño.
Sao Paulo, 09-12-2009
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