Pués sí estimados lectores. Volvimos otra vez al paraíso en la tierra, pero esta vez en vez de con mi suegro, acompañados por hermano, cuñada, sobrina y amiga inseparable de sobrina (mundialmente conocidas como EL KIT).
La primera escenita la dimos en el aeropuerto, aunque os puedo jurar que estaba totalmente justificada. A esa misma hora se jugaba la final de la copa del rey entre el Barça y el Real Madrid. Y allí nos ves a todos arremolinados alrededor de una tele portátil (bueno en realidad un samsung galaxy megaplus de la muerte) pegando gritos y discutiendo (os recuerdo que mi hermano mediano, es del Madrid, en fin, nadie es perfecto). El partido estaba a punto de acabar y estábamos ya dentro del avión. Y por los altavoces del mismo tronó el nefasto mensaje: rogamos a los pasajeros que apaguen sus equipos electrónicos...No, por favor! Sólo unos minutitos más! La azafata fue expeditiva y tuvimos que apagar la tele con todo el dolor de nuestro corazón. Al llegar a destino, un SMS del novio de la amiga de la sobrina de la madre del capataz del rancho del padre de la chica, fue aún más cruel: gol de Cristiano Ronaldo en la prórroga. Mecachis, caramba, cáspita, jopelines! Y ese pedaso de sonrisa en la cara de mi hermano...
El hotel, de cuatro estrellas, parecía más bien de una y media, pero en fín, eso es lo de menos, cuando lo que se busca es aventura en plan Indiana Jones. Con piscina, jacuzzis exteriores, y un restaurante razonable. Las habitaciones algo pequeñas y cutrillas pero suficientes. El cuarto de baño era lo más penoso, con una ducha que dejaba caer un hilillo de agua que me recordaba a Rajoy. Y eso en el país del agua! El primer dîa para cenar, desoyendo mis advertencias, mi hermano pidió una botella de vino brasileño (ya os he dicho que lo que buscábamos era aventura). Como experiencia está bien, para decir que lo has probado y tal, aunque la verdad es que la gente no suele repetir... Eso sí, de caipirinhas y caipiroskas nos bebimos unas cuantas, mientras jugábamos al Uno en el bar del hotel.
El primer día fuimos a la parte Brasileña de las cataratas, donde al entrar al parque tuvimos el primer conflicto. Los brasileños pagaban entrada reducida y nosotros, como sólo somos residentes temporarios, pagamos cual extranjero. Eso sí, nuestros impuestos los pagamos como brasileños de pro. Sirva este nuestro blog para expresar mi más profunda insatisfacción hacia esta injusticia. Desde aquí protesto enérgicamente sobre cómo fuimos tratados y discriminados. Para pagar somos brasileños, pero para disfrutar de un derecho somos extranjeros. Señores gobernantes de Brasil, hasta que no cambien estas cosas no les van a dejar salir del tercer mundo...
Cabreados pero contentos, desde allí hicimos el famoso Macuco Safari, que es una especie de rafting que haces por el río hasta las cataratas. Allí te meten directamente debajo de ellas y varias veces. Es un subidón de adrenalina flipante. Eso sí, se te mojan hasta las almorranas. Como cae tanta agua, no puedes abrir los ojos, o sea que al final tienes que ver el vídeo para ver que ha pasado...Allí estrené mi nueva y resplandeciente carcasa submarina para cámara de fotos, con la que obtuve estas imágenes.
Luego nos fuimos a un parque de aves donde te paseas junto con Colibrís, Tucanes, loros, papagayos, mi cuñada, y otras avecillas locales. Una delicia para los ojos por su colorido y vistosidad (más que nada por los pantalones de mi cuñada). Al final del paseo las niñas (y las no tan niñas) se hicieron la consabida foto con una anaconda por corbata. Yo no que estoy harto de llevar corbatas (o era que le tengo miedo a las anacondas enroscadas en el cuello?).
El segundo día nos fuimos a pasear al lado argentino, para que no digan que somos racistas. Tras cruzar la frontera ingresamos en el parque DONDE PAGAMOS COMO BRASILEÑOS Y NO COMO EXTRANJEROS. De ahí ehte tomamos un trenesito che y nos fuimos directos a la garganta del diablo (que no es una peli porno) donde el espectáculo es A-L-U-C-I-N-A-N-T-E. Caía tanta agua, pero tanta tanta... que no se veía una mierda.
Luego nos fuimos a pasear por el borde de las cataratas (y no era Mourinho) donde la contemplación del paisaje te dejaba sin aliento (eso y los tropocientos escalones que tuvimos que subir y bajar, bueno a mí no me costó nada que soy de las afueras de Bilbao). Viendo el paisaje esperabas encontrarte de un momento a otro a King Kong, o a Tarzán, a a un Tiranosaurus Rex, o a mi sobrina enfadada... Pero sólo nos encontramos pajarillos, monitos, mariposas de mil colores, arañas gigantes, gusanos venenosos, lagartos mutantes, hormigas asesinas, coatís, en fin, lo de siempre.
Luego al hotel, piscina, jacuzzi y cenita. Caipirinhas, cartas y a dormir. Un sacrificio.
El tercer día no nos atrevíamos a hacer nada por amenaza de lluvia. Así que esperamos hasta la mañana para decidirnos. A las 7 de la mañana estaba un poco nublado, pero, qué narices! Nos dijimos, ya que hemos llegado hasta aquí, nos vamos de excursión por el río Iguazú hasta Paraguay! Y así hicimos.
Iniciamos nuestro viaje en un transfer que nos llevó a nosotros solitos desde el hotel hasta un club náutico donde debíamos embarcar. Allí mientras esperamos a un grupo de japoneses... que no llegaron, hicimos un concurso de fotografía a esos simpáticos e inquietos animalillos que son los Colibrís (llamados aquí beija-flor porque no paran ni un p... momento quietos para besar a todas las flores los muy pedazo de m....). Así que disfrutamos del barco, del piloto y del guía para nosotros solitos. El inicio de la travesía fue tranquilo, pero al cabo de media hora se empezó a levantar un viento sospechoso. El viento se convirtió en ventisca y la ventisca en borrasca. O sea...Lluvia que te cagas!
La lluvia nos acompañó en el paseo que hicimos por la selva hasta un poblado indígena. Lo de poblado es un decir, porque eran cuatro palos y tres palmeras. No nos explicamos de que vivía esa pobre gente... Para ayudar hicimos nuestras comprillas (collares y pulseras de artesanía). Cuando le pagamos a la mujer que nos recibió, con un billete de 50 reais, los ojos se le salían de las órbitas. El jefe del poblado nos salió a recibir con una camiseta de fútbol, igualica, igualica que la del barça. Pero oh! decepción, a pesar de hablar apenas Guaraní, el pobre hombre nos dejó en un español básico pero suficiente, que no tenía ni idea de lo que era el Barça y que la camiseta que llevaba era de un equipo de Paraguay...Y es que ya lo dice el refrán: no sólo de fútbol vive el hombre. También está el basket, el voley, el tenis...
El camino que habíamos seguido hasta el poblado prácticamente se había convertido en un río. Y allí nos ves chapoteando a todos en los charquitos marrones, con nuestras sandalias y con nuestro chubasquero de quita y pon (totalmente inútil, pero que tranquiliza la conciencia de las madres un montón). La carcasa submarina que me acababa de comprar resultó de especial utilidad para poder fotografiar y filmar debajo de la lluvia sin remordimientos. La técnica fotográfica no es muy depurada pero ya estoy mejorando...Cuando llegamos al barco todos suspiramos con alivio, pues dejamos en cubierta todos los papeles, pasaportes, dinero, cámaras, etc. En fin que si nos dejan allí tenemos un problemilla de verdad. Es que los europeos son tan desconfiados...
Al llegar al hotel, ocupamos una habitación en plan comuna y nos dimos una ducha calentita y nos pusimos ropa seca. Con el cuerpo a tono nos fuimos a un Rodizio a comer carne hasta que se nos cayeron las muelas... Luego de vuelta al hotel, donde pudimos ver de nuevo al Barça como le ganaba al Osasuna (el Madrid le había metido 6 goles al Valencia un ratito antes y estábamos ya un poco de los nervios).
La vuelta fue tranquila y sin atrasos (flipante!), y aquí nos tienes de vuelta a la Megaurbe de São Paulo para al día siguiente despedir a mi familia (snif!) desde este hermoso continente para su vuelta a nuestra patria (patria?).
Iguazú, el paraíso, Brasil, semana santa 2011.
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